Esta semana, alguien (seguro que con la mejor intención) me preguntó que por qué hablaba de los temas LGBTIQ+ si yo no pertenezco a esa comunidad.
No es la primera vez que me lo preguntan y tampoco será la ultima, y se me ocurrió escribir esta publicación a modo de respuesta colectiva.
No hay que ser LGBTIQ+ para entender que las personas que pertenecen a la comunidad merecen dignidad, respeto, protección e igualdad ante la ley.
La heteronormatividad nos dice que si participamos de ciertas luchas “nos pueden confundir”, pero en la desconstrucción nos damos cuenta de la irrelevancia de esa “confusión”.
Quién rechace, critique o se burle de alguien por defender lo que es justo, ¿realmente se merece estar en nuestras vidas?
Donde se violan los derechos de algunas personas hay una puerta abierta para violar los derechos de las demás.
Sería hipócrita de mi parte querer o admirar a personas de la comunidad que forman parte de mi vida y no pronunciarme cuando están siendo violentadas.
Participo de esta lucha porque he visto con mis ojos el sufrimiento de personas que amo que se han tenido que esconder, han sido maltratadas, discriminadas, acosadas e, incluso, abusadas físicamente por su orientación sexual; por eso, estoy segura de que es inaceptable.
Alzo mi voz porque todavía tengo personas que no pueden por miedo a perder mucho.
Quiero dejarles a mis futuros hijos/as/es un país en el que se tolera y se valora la diversidad, y siento que falta mucho para lograrlo.
Es cierto: no pertenezco a la comunidad LGBTIQ+, soy mujer, soy cis, soy hetero y tengo muchos privilegios, por eso mismo me toca hablar, pintar mensajes de apoyo, publicar reclamos en mis redes y hacer lo que puedo por quienes no pueden.
Y les entiendo. Entiendo que los seres humanos muchas veces nos limitamos a solo reaccionar frente a los temas que nos afectan directamente y quizás ni siquiera soy la excepción porque no fue hasta hace unos años que pude abrir los ojos a la realidad de lo que esto significa.
No te quiero ni preguntar lo que harías si fuera tu hijo/a/e que estuviera en peligro… porque sé que eso es difícil de imaginar. Solo piensa en esa persona de la comunidad que conoces, con la que convives aunque sea de vez en cuando y pienses que tal vez, solo tal vez, hay sufrimientos que tú no te has detenido a observar, escuchar y entender.
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